Segunda entrega de la trilogía «La rendición de un libertino».
Contra todo pronóstico Diego se convierte en el hombre de bien que su familia espera de él.
Sin embargo, Brunilda aparecerá de nuevo para desmoronar su tranquila vida.
Tras la promesa hecha a su padre, Diego Ibáñez, contra todo pronóstico, logra enderezar su vida y se transforma en el hombre de trabajo que su familia esperaba de él.
Pero la reaparición de la mujer a la que no ha podido olvidar, Brunilda, trastoca la tranquilidad que había obtenido tras su partida. Asimismo, descubre un secreto sobre ella que lo inquieta y que lo hará verse, a posteriori, envuelto en una red de conspiración y engaños con la que no contaba.
Tiempo después, Diego se involucra sentimentalmente con Trinidad Morales, una mujer enigmática y controladora, la cual pasará a ser una de sus últimas amantes. Desde un comienzo, él sabe qué es ella en su vida, algo para lo cual aún no está preparado. Trata de resistirse a su hechizo, pero por más que lo intenta, no lo consigue. Y así, ante la confusión de todos, y el beneplácito de su familia (a pesar de que la jovencita en cuestión es solo una humilde huertera), Diego comienza a vivir otra etapa de su vida.
Los sucesos que asedian Madrid tras la invasión napoleónica en 1808 lo llevan a alistarse en el ejército, pero al producirse la gran batalla de Bailen, Diego cae malherido y nadie cree que pueda sobrevivir. No obstante, es rescatado de las garras de la muerte a efectos de los cuidados (y quizás conjuros) de una curandera bruja llamada Cassandra.
