Al despertar, a veces automáticamente, nos comemos un pedazo de pan, un buñuelo, una dona o una arepa mientras preparamos el desayuno y prendemos el televisor, la radio o el computador para ver, escuchar o leer noticias. Así lo hacemos casi siempre. Pero desde ese primer momento en la cocina, cuando te preguntas ¿qué me estoy metiendo a la boca?, y más tarde en el cuarto de baño o la ducha? ¿qué será lo que absorbe mi piel? En ese mismo instante, comienza la iluminación que plantea más y más preguntas, y una a una las respuestas desencadenan los eventos que realmente significan ¡despertar! En mi proceso cognitivo por diez años, se fueron dando algunas revelaciones que quiero compartir y que podrían cambiar favorablemente tu vida y, quizás, el rumbo de la humanidad.
