El autor, un entusiasta aficionado de la historia, ha pretendido con esta novela hacer justicia a la memoria de El Justiciero. Un rey poco conocido y valorado, a pesar de ser el protagonista de un reinado de leyenda. Alfonso XI fue uno de los mayores impulsores de la Reconquista, desarrollando una incansable actividad bélica a lo largo de toda su vida, liderando asedios y gestas como la del Salado. Una de las grandes batallas campales de la alta Edad Media peninsular, en la que infringió una severa derrota a una coalición musulmana, que disponía de amplia superioridad numérica. O la toma de Algeciras, que después de veinte duros meses de asedio, culminó victorioso gracias a su férrea tenacidad. Además de otras significativas conquistas: Olvera, Ayamonte, Teba, Cañete, Alcalá la Real, Priego y Alcaudete. Aunque, al principio de su reinado tuvo que emplear todos sus recursos y energía, en cortar de raíz las intrigas y sublevaciones de parte de la alta nobleza, consiguiendo reforzar el poder y la autoridad de la corona. A veces con medios expeditivos, que le valieron el sobrenombre de El Justiciero para la posteridad. Su preocupación por controlar el estrecho, para impedir las comunicaciones con el norte de África y aislar al reino de Granada, le llevó al segundo intento por recuperar Gibraltar, aun en medio de la epidemia de peste negra que asolaba Europa y la península. En el asedio encontró su temprana e infortunada muerte, que prolongó el ansiado final de la Reconquista. Igualmente intensa fue su actividad legislativa, que culminó con el trascendental Ordenamiento de Alcalá de 1348, que supuso la recopilación y formación de de un cuerpo jurídico, estableciendo normas fundamentales de derecho civil. Excepcional fue también su vida personal. Tras un primer matrimonio no consumado, con doña Constanza Manuel de Villena, se casó por razones de estado, con su prima hermana, doña María, infanta de Portugal. Poco después conoció en Sevilla a doña Leonor de Guzmán y Ponce de León, de la que quedó prendado, desde el primer momento, por su extraordinaria belleza y buen juicio, convirtiéndola en su amante. Fruto de esa larga relación, nacieron diez hijos, de los que sobrevivieron siete . El vínculo de don Alfonso con la encumbrada dama, duró más de veinte años, durante los que el rey le fue fiel y sólo se vio disuelto por su inesperada y desgraciada muerte.
