Una Luna repleta de falacias. Un asesino en serie que escribe sus fechorías inmediatamente después de cometerlas, cuando todavía la sangre está caliente, cuando todavía el eclipse no ha finalizado. Cada muerte un capítulo, cada capítulo una victoria, cada victoria un paso más hacia la derrota, hacia la propia desaparición. Su obra tendrá tantos capítulos como crímenes consiga perpetrar antes de que la policía pueda detenerle, será un relato breve o una trilogía, eso ya no está en su mano. Una pantomima literaria, una tétrada en continuo e irreverente desafío: ¿de qué color es tu ropa interior?, espero por tu bien que no sea negra. Una novela digna de un verdadero lunático, una obra propia de un embaucador que finge, como todas sus frases, un farsante al que no le importa dejar su huella ni regresar al escenario de sus delitos. Y al final, la hora del carnaval, un aterrizaje forzoso en la soñada Luna de mazapán, una luna misteriosa y dulce, una luna mentirosa, como todas sus fases, como sus silenciosos mares.
