Este libro, sintético y culminante en la poesía de Manuel Quiroga, contiene todos los elementos de su visión del mundo y de la vida, así como los rasgos constantes de su poética personal. Desde sus primeros versos, de 1970, hasta hoy, asistimos a un proceso de maduración y perfeccionamiento, pero no hay giros esenciales, sino una línea clásica y firme, con brotes atrevidos en imágenes que apuntan a la vanguardia. Por eso, su poesía trasluce una fuerza y una violencia internas, una dinámica subyacente, a veces por el uso de términos deliberadamente cotidianos que rompen la continuidad de la armonía y sonoridad de sus endecasílabos y sobre todo de sus alejandrinos, los cuales forman la urdimbre de esta poesía. Se diría que el autor se expresa habitualmente en versos alejandrinos incluso en su ámbito familiar. Esta tensión interna apunta hacia un sentimiento trágico. Bajo la luz lunar, un aniquilador verano irremediable, el abismo del acabamiento y la muerte. Sólo subsiste la nostalgia de los sueños perdidos, la búsqueda de «los tiempos que fueron luminosos». Y, en definitiva, la pregunta ya insoslayable: La vida que nos resta ¿resistirá un verano? Pregunta más inquietante si creyéramos, con Caballero Bonald, que «somos el tiempo que nos queda». Este es un libro, en fin, que nos obsequia con lo mejor de la poderosa poesía de Manuel Quiroga. Juan Mollá Presidente de Honor de la Asociación Colegial de Escritores de España (ACE)
