Son los más fuertes, los más inteligentes, los más sanos, lo mejor de cada país, su materia prima, su esperanza. Y no pueden hacer otra cosa que emigrar para poder sobrevivir. Nuestras fronteras blindadas, nuestras barreras comerciales, las multinacionales energéticas, el continuo expolio, nuestra industria farmacéutica y nuestros políticos diestros y ambidiestros alientan en sus países gobiernos corruptos.