La adopción del enfoque globalizador implica comprender e intervenir en una realidad que es compleja y que exige inexcusablemente disponer de un pensamiento complejo. No es, pues, una moda o un acto de fe, sino un instrumento útil para que la práctica educativa llegue a ser un verdadero contexto de aprendizaje y socialización.
La adopción del enfoque globalizador facilita que el conjunto de esfuerzos dedicados a lo largo de la escolarización se orienten en una dirección y unas finalidades concretas.