El objetivo que me he propuesto con esta publicación es aunar y divulgar sabidurías aparentemente tan dispares como la Homeopatía y el Tarot.
Por un lado, está dirigido a mis colegas homeópatas que saben de sobra las leyes homeopáticas que se presentan a continuación, pero desconocen, sobre todo por miedo, el Tarot. Se trata de acercarlos a esta ciencia oculta que, como la Homeopatía, ha sido rechazada pero que, sin lugar a dudas, forma parte del acerbo cultural inconsciente del ser humano, de aquello que se llama inconsciente colectivo. He tomado de ahí las ideas, dándoles forma y plasmándolas en lo concreto, en el aquí y ahora, como haría el Emperador del propio Tarot.
Por otro lado, este libro está dirigido al público en general que no domina ninguna de estas disciplinas pero que desea conocer en lo profundo al ser humano. Ambas ciencias son herramientas de gran valor en este camino.
De forma práctica, la obra se encuentra dividida en tres capítulos:
El primero, De La Homeopatía, presenta las leyes que rigen esta medicina de manera concreta y sencilla.
El segundo, Del Tarot, plasma una visión del Tarot enfocada principalmente hacia el conocimiento de lo que expresa cada arcano como arquetipo caracterial. Desarrolla un análisis escueto sobre la simbología general de la carta, su significado, el sentido positivo y negativo, su relación con la salud y, por último, un aspecto de visualización meditativa para rentabilizar la energía beneficiosa del arcano.
El tercero y último, De La Homeopatía y El Tarot, presenta la parte novedosa de este estudio. En ella se relacionan los personoides de la materia médica homeopática con los arquetipos del Tarot. Cada arquetipo va de la mano de un remedio concreto, acompañados -en la mayoría de los casos- de una historia clínica que manifiesta la relación entre uno y otro.
He dejado de lado el aspecto predictivo del Tarot por no considerarlo útil para este trabajo.
Para comenzar la lectura propongo vaciar la mente de prejuicios, de miedos que nos impiden avanzar. Debemos, como el Loco, partir en nuestro camino sin ataduras, inocentes como recién nacidos, con la alegría del que comienza algo que aún está por construir.
