La luna de Rodari.
Un monje japonés escribió hace muchos, muchos años:
Se llevó todo el ladrón, todo menos la luna.
Era su forma de decir que nadie se puede llevar lo que, como el viento o la luz, no es de nadie y a todos pertenece. La luna del poema Rodari es esa que el ladrón no se pudo llevar. Solo es de quien se detiene a mirarla, no importa el lugar en que viva, la raza que tenga, o lo pobre y desamparado que esté. La luna es un palacio donde todos pueden entrar, nos dice Rodari.
El palacio donde nacen los cuentos, que también son de todos y de nadie.
Gustavo Martín Garzo
1 de abril de 2022