Otoño de 1936. En el margen de unos pocos días aparecen los cadáveres de tres patrulleros anarquistas. Unos días después, Toni Ferrer, detective privado barcelonés, es convocado por Juan García Oliver, dirigente anarquista y futuro ministro de Justicia, que le hace un encargo envenenado: descubrir a los asesinos. Ferrer se verá inmerso en una complicada investigación que estará a punto de costarle la vida. Tras lo que, aparentemente, es una triple represalia política, se esconde una maraña de oscuros intereses que nadie quiere destapar. Complicándole la existencia algo más, Regina, un antiguo amor, reaparece en su vida con una petición inusual y muy peligrosa. Aquel es un otoño violento y teñido de sangre. Una estación hermosa, piensa Ferrer, en la que nadie debería morir. Mejor aún, nadie debería matar en otoño.El autor maneja los recursos de la mejor novela negra con una maestría admirable. Consigue, además, que el lector se sumerja en la vida cotidiana durante la guerra civil, de una forma poco vista hasta ahora en las novelas que transcurren en este periodo.Periodista y guionista, José Luis Ibáñez (Rubí, Barcelona, 1961) ha trabajado en Radio España de Barcelona-Cadena Catalana y editMedia. Ha escrito en El Mundo y El Sol y también colaboró en Playboy. Como guionista de ficción, ha trabajado para TV3, RTVE, Antena 3 y Tele 5. Recibió el Premio Atlántida del Gremio de Editores de Cataluña al mejor presentador de un programa sobre libros. Nadie debería matar en otoño es su primera novela.
Toni Ferrer, detective privado, es convocado por Juan García Oliver, dirigente anarquista y futuro ministro de Justicia, que le hace un encargo envenenado: descubrir a los asesinos. Ferrer se verá inmerso en una complicada investigación que estará a punto de costarle la vida. Tras lo que, aparentemente, es una triple represalia política, se esconde una maraña de oscuros intereses que nadie quiere destapar. Complicándole la existencia algo más, Regina, un antiguo amor, reaparece en su vida con una petición inusual y muy peligrosa. Aquel es un otoño violento y teñido de sangre. Una estación hermosa, piensa Ferrer, en la que nadie debería morir. Mejor aún, nadie debería matar en otoño.
