La poesía es esa forma extraña que supera siempre la realidad literaria. Es una conexión entre la experiencia y la limitación, esa dócil frontera entre la muerte y la otredad, que desvanece el concepto de la belleza para establecer una lengua estética y, luego, destruirse toda ella para apropiarse magníficamente de la belleza. Ese vaivén que sostiene al hombre entre la entidad y el ser y las fusiona, y las acaba. La presente obra contiene en sí misma un interés confuso y gustoso en las preguntas humanas y en las humanas preguntas. El reflejo de una realidad de todos nosotros, que se inflexiona, que canta y llora. Como si se tratase la poesía de un acompañamiento musical certero en miradas obscenas de la existencia. Luego, ¿qué mirada de la existencia es obscena? Es esta obra esa poesía que deja pensando un rato. Más que por su sencillez delicada. Esa poesía anormal que turba por sus juegos con lo revelado y lo desvelado.
