El libro del Exodo narra dos conversaciones en las que Yahvé descubre a Moisés su Nombre: la primera fórmula (Ex. 3,14), ha sido muy comentada a lo largo de la historia de la teología. La segunda (Ex. 34,6), no tanto; y ésta, sin embargo, ha sido calificada por Juan Pablo II como «revelación central» en el Antiguo Testamento. Como un anticipo de la neotestamentaria revelación plena: «Dios es Amor» (I Jn.4,8.16). No parece osado concebirla como «Autorretrato de Dios».