La energía psíquica nos une indisolublemente con el Corazón del Cosmos y nos vitaliza de manera indescriptible.
Ella nos encauza sin desvío.
Si perdemos su contacto, vagamos en el desierto del devenir, desatendemos al Plan Divino.
Su corriente nos colma de entisiasmo y buena voluntad, nos impulsa a servir, iluminar, enseñar y elevar a los demás, y asimismo, a obrar con claridad y creatividad.
Arder con el Fuego del Corazón -que en esencia es energía psíquica- representa una señal de éxito seguro en todos los planos de la vida.